Bolivia: "Capitalismo para todos", promete el ganador de la primera vuelta | |
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Desde La Paz
El día después, las elecciones admiten una lectura más detallada, las conclusiones empiezan a galvanizarse y los actores políticos ya acomodan sus piezas en base a cómo les fue. Los elementos a tomar en cuenta combinan hechos factuales, verificables, como las cifras de la votación. Otros datos están cargados de subjetividad, depende de quién sea el candidato que los manipule. En comicios como los que tuvo Bolivia, con pesada pirotecnia lanzada entre fuerzas antagónicas y heridas del pasado que se abren a cada rato, el ágora pública se transformó en un campo de batalla donde la izquierda quedó diezmada y la derecha se aprovechó de su divisionismo. Rodrigo Paz, el gran ganador de los comicios, ya anunció lo que quiere hacer. Será dentro del sistema dominante a escala planetaria. “Capitalismo para todos”, prometió. No aclaró si de Estado o de mercado, pero se verá con el tiempo si llega a imponerse en el balotaje.
En la vereda opuesta, en un giro interpretativo incomprensible, el expresidente Evo Morales dijo sentirse “muy contento” con el tercer puesto que cosechó su propuesta de anular el voto. Después agregó desde El Chapare, donde se ha refugiado en los últimos meses: “Este voto nulo es un castigo a la derecha vieja y a la nueva derecha. Votamos, pero no elegimos”. Difícil de explicar sobre todo si se analiza cómo quedó configurada la Asamblea Nacional en sus dos cámaras. El Movimiento al Socialismo (MAS) en sus tres versiones, la de Evo, Andrónico Rodríguez y los oficialistas de Luis Arce que retienen el sello político, fue arrasado en su representación bicameral. Se quedó casi sin voz ni posibilidad de influir en la aprobación de las leyes.
Además, si bien sería muy difícil que puedan desguazarse las reformas más importantes del estado plurinacional como su constitución, sí podría ocurrir que mediante comisiones legislativas y proyectos, se anularan logros sociales del período en que el MAS era hegemónico y amplió derechos como nunca en la historia de Bolivia. Las fuerzas de derecha no tendrían ningún impedimento para formar quórum en la Asamblea.
El historiador y periodista chileno Javier Larraín vive hace once años en esta ciudad y tiene una mirada muy crítica de lo que pasó: “el vaciamiento político e ideológico, más el irrefrenable choque de vanidades y el divisionismo que se fue profundizando en la última década nos condujeron hasta acá: a una derrota que confirma el hastío de la inmensa mayoría de la población con el Proceso de Cambio y la total ausencia de una alternativa desde las izquierdas. El futuro de Bolivia no parece ser nada promisorio a corto plazo, aun cuando haya quienes dancen y se embriaguen por unos cuantos votos nulos por aquí y otros cuantos votos blancos por allá. ¡La Historia no los absolverá!”
Los dos candidatos que definirán en segunda vuelta quién será el futuro presidente, aún cuando podrían ser ubicados en el espectro genérico de la derecha, provienen de culturas políticas un tanto diferentes. Paz es el hijo de Jaime Paz Zamora, el expresidente que fue uno de los cofundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), sufrió un atentado durante la dictadura de Hugo Banzer y luego tuvo que exiliarse con su familia. Rodrigo nació en Santiago de Compostela cuando su padre todavía era perseguido. Pero Paz Zamora en un giro de 180 grados se alió al militar y llegó a la presidencia con su apoyo en 1989.
El perfil de extrema derecha de Jorge Tuto Quiroga es más explícito. Acompañó en la fórmula presidencial al dictador Banzer cuando se recicló en democracia allá por 1997 y completó su mandato cuando aquel se enfermó hasta su muerte en 2002. Hábil declarante, inundó las redes sociales y medios durante su campaña con un discurso de mano dura que incluyó su promesa de mandar a detener a Evo en el Trópico de Cochabamba. Pero una vez terminada la elección el domingo a la noche, bajó un par de cambios para mostrarse más moderado.
El desempeño electoral de Paz en el departamento donde se ubica esta capital, explica con creces su victoria nacional con cierta holgura. La Paz es por muy poco el segundo distrito detrás de Santa Cruz. Aquí el ganador superó por treinta puntos de ventaja (46,96% a 16 y poco más) a sus rivales Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina, que llegaron a la par.
A nivel país, este último quedó tercero y perdió la chance de acceder al poder ejecutivo. Pero hoy, el porcentaje de votos que sacó el candidato de Alianza Unidad, lo transforma en árbitro del balotaje. Es el ancho de espadas para Paz y al haber anunciado el apoyo a la fórmula del partido Demócrata Cristiano, el ex alcalde de Tarija tiene las mayores chances para llegar al gobierno.
En la derrota, el llamado al voto nulo de Morales, más los porcentajes que sacaron el joven senador Rodríguez y el candidato del MAS oficialista, Eduardo del Castillo, sumaron todos juntos el 30,76%. Casi un 20% de ese porcentaje marcó el apoyo a Evo y su voluntad de repudiar la elección. La lectura que puede hacerse es que, aún sin contar el 3% del candidato de Arce, Andrónico podría haber discutido con chances el segundo puesto en el primer turno si el expresidente y líder histórico del MAS lo apoyaba.
Fue curioso escuchar a Evo pedirles a los observadores de la OEA y la Unión Europea que intervinieran en estos comicios que consideró irregulares por su proscripción. Porque en 2019 esas delegaciones legitimaron el golpe de Estado que lo derrocó y terminó con él en su exilio argentino. Los resultados fueron un golpe duro, aunque no demoledor – en el sentido que no lo retira de la escena política -, para el orgullo del histórico líder de izquierda y fundador del estado plurinacional.
Festeja ahora con una buena dosis de racismo estructural el Frente Cívico de Santa Cruz. “Se demostró que el MAS queda afuera de la historia de Bolivia de aquí en adelante”, dijo su presidente Stello Cochamanidis. Un comentario al estilo de Francis Fukuyama, aquel que vaticinó la victoria del neoliberalismo en los años ’90. | |