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"No podemos seguir formando para un mundo que ya no es"
 
Ver imagen El valor pedagógico de las redes como espacios de colaboración, aprendizaje y transformación institucional. Metodologías cooperativas y democratizadoras para modificar la lógica vertical del sistema y la soledad de las escuelas.

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Fecha:04/08/2025 8:24:00 
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“El trabajo en red es clave para la transformación de la escuela. Hay reformas educativas que surgen desde la esfera política y otras que lo hacen desde la institución educativa misma. No obstante su origen, muchas de esas reformas terminan en lo mismo: se las reemplaza por una nueva reforma, quedan inscriptas a una escuela en particular, o simplemente no prosperan”, advierte Sandra Ziegler, licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires (UBA), doctora en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), donde dirige la maestría en Ciencias Sociales con orientación en Educación, y profesora asociada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), en los profesorados de enseñanza media y superior.


En su último libro, Educar en red. Guía para pasar de las buenas ideas a los cambios profundos en la escuela (Siglo XXI), Ziegler analiza el valor pedagógico de las redes educativas como espacios de colaboración, aprendizaje y transformación institucional y plantea hojas de ruta para trabajar procesos colaborativos y más horizontales. Para la especialista, “la colaboración entre instituciones educativas es una estrategia eficaz para lograr que los procesos de cambio se sostengan en el tiempo. Esta metodología de trabajo pone el énfasis en lo que llamamos el nivel meso, que es esa estructura intermedia del sistema educativo que se ubica entre las autoridades políticas y las escuelas”, explica. De ese modo, “rompemos con el modelo clásico de la modernidad, con una lógica jerárquica y piramidal, donde las órdenes van de arriba hacia abajo de acuerdo a las directrices de la estructura de la burocracia estatal. Las necesidades actuales de transformación y las dinámicas de los procesos de cambio requieren otras formas de trabajo. Las redes aparecen como una modalidad posible, que no desconoce esa estructura organizativa del sistema, pero que genera dinámicas nuevas, donde la experiencia se vuelve colaborativa y se termina con el aislamiento de las escuelas y sus actores”, agrega.

--¿Qué es educar en red?

--Educar en red es plantear una estrategia de trabajo que permite a las escuelas imaginar un proceso de transformación, un proceso de mejora, y trabajar junto con otras escuelas para hacer que ese proyecto sea posible y sostenible en el tiempo. La red es un medio, un dispositivo que se arma para acompañar a un determinado proceso de transformación. Son los propios actores de las redes quienes fijan la agenda de trabajo y definen los objetivos y el objeto de trabajo de esa red. Hay procesos de monitoreo, de evaluación de resultados, se busca que las experiencias se documenten y todo esté vinculado a una metodología para que la experiencia tenga sus frutos. El trabajo en red es fundamental para transformar la escuela.

--¿Cuáles son las ventajas de educar en red?

--El potencial del trabajo en red es enorme porque permite comunicar y trabajar conjuntamente, podríamos decir, desde arriba y a su vez desde abajo del sistema, recuperando la experiencia que tienen los distintos actores. Aunque las experiencias no puedan replicarse de forma exacta, sí pueden adaptarse a los diferentes contextos. Cuando eso sucede --y sobre todo cuando las iniciativas son validadas entre colegas, ganando legitimidad y sostenibilidad en el tiempo-- las posibilidades de que los cambios prosperen son mucho mayores. La idea del trabajo en red es que las propuestas de cambio van ganando en profundidad al hacerlas iterar. Esto significa que un prototipo que se pone en juego en las instituciones es rediseñado por sus protagonistas en el mismo proceso, en las escuelas. Una concepción muy diferente a pensar que un cambio es diseñado de manera acabada por algunos especialistas y luego ejecutado en las escuelas.

--¿Cuáles son los desafíos más frecuentes de este abordaje?

--Uno de los puntos centrales está vinculado a la problemática asociada a los procesos de reforma de los sistemas educativos y a los procesos de mejoramiento en las instituciones. Durante décadas se ha intentado cambiar los sistemas educativos a través de procesos de reforma que suponían que las directivas que se producían desde la cúspide del sistema educativo podían llegar por toda la cadena de transmisión de la estructura burocrática a las escuelas. Este ha sido uno de los grandes obstáculos para generar cambios. Educar en red propone un trabajo acompañado, no aislado. Hay mucha investigación y mucha evidencia acerca de que esas reformas de carácter vertical --llamadas reformas top down-- no generan los efectos previstos.

--¿Por qué razón?

--Entre otras razones, porque las instituciones también moldean las reformas, es decir, desempeñan un papel activo en su transformación. La propuesta de educar en red, que toma como evidencia experiencias que se vienen desarrollando en muchos países y también en Argentina, trabaja precisamente sobre las estructuras intermedias del sistema educativo, donde pueden confluir tanto los responsables políticos de los sistemas, como también los directores, los docentes, aquellos actores involucrados en el día a día de las instituciones. Las propuestas que buscan reformar las escuelas, apelando solo a la iniciativa individual de las instituciones como experiencias aisladas, tienen sus limitaciones. De ahí este fortalecimiento que planteo en Educar en red de los niveles intermedios del sistema y de la posibilidad de que la confluencia de los actores y el desarrollo de algunos dispositivos para apoyar estos procesos de transformación generen dinámicas que acompañen y sostengan los procesos de cambio.

--¿Hasta qué punto pueden las escuelas implementar cambios sin depender del aval de las autoridades políticas?

--Si bien el sistema educativo está regulado, tiene normativas y mecanismos de control y supervisión, las instituciones tienen márgenes de maniobra en sus procesos de trabajo. En algunos casos las instituciones del sector privado tienen mayores márgenes de autonomía, aunque también tienen sus restricciones. Las instituciones del sector estatal están más reguladas, sobre todo en algunas cuestiones, como la designación de docentes y directores. Pero hay márgenes de maniobra e incluso muchas de las propuestas de transformación surgen de experiencias que se desarrollan en las escuelas, que se toman desde el Estado para hacerlas extensivas a un universo más amplio. La política educativa cobra un lugar muy determinante y tiene un importante potencial, que es aún mayor cuando cuenta con el acompañamiento de todo el sistema educativo. La experiencia muestra que no es posible lograr cambios auténticos dándole la espalda a los protagonistas.

--¿Cuán democratizador resulta el enfoque de educar en red en términos de igualador de oportunidades?

--La propuesta pone el foco en una perspectiva democratizadora. El trabajo en red permite recuperar los saberes de los distintos actores del sistema y, al mismo tiempo, poner en valor el conocimiento acumulado, siempre que este se transforme en un saber compartido. Estamos frente a problemáticas nuevas para las que no tenemos soluciones o estrategias probadas. Recuperar el saber y poder construir colaborativamente y apelar a ese conocimiento colectivo es una propuesta que está en la base de educar en red. Resulta fundamental romper con el aislamiento que tiene el sistema educativo.

--¿Aislamiento en qué sentido?

--Las redes facilitan la colaboración. Tenemos una tradición de un sistema donde cada docente y cada escuela trabajan individualmente. “Cada maestrito con su librito”, como dice el refrán. La iniciativa de educar en red está vinculada a generar otras interacciones que en definitiva representan otra forma de gobierno del sistema educativo, una forma más cooperativa y democratizadora.

--¿Qué márgenes de acción tienen las instituciones educativas cuando la política pública no impulsa ni acompaña con recursos los cambios necesarios?

--Los actores y las instituciones contamos con ciertos márgenes de maniobra. Al mismo tiempo, debemos tener presente que cada generación transita una sola vez por el sistema educativo. No podemos quedarnos esperando el momento ideal y procastinar el cambio porque llegará en el futuro el tiempo para la escolarización es uno solo. Sería ideal que la política pública --y en particular la política educativa-- acompañe los procesos de transformación, pero también las escuelas, los directores, los docentes, tenemos mucho para hacer. Hay dificultades en las condiciones materiales, salariales, de muy distinto orden, pero necesitamos encontrar y generar los intersticios para ir trabajando porque quienes están ahora en las escuelas no tienen otro momento para pasar por la escolaridad.

---Educar en red menciona la experiencia PLaNEA como una red escolar que logró transformaciones en el sistema educativo. ¿De qué se trata el caso?

--En el libro se presentan unos trece casos de redes que hemos relevado y sistematizado. La virtud que tienen en común es que son redes que se vienen sosteniendo en el tiempo, que acompañan procesos de transformación y que adoptan distintas características, algunas son locales, otras nacionales, otras son globales. Hay una experiencia que trabajamos que vincula política pública con cooperación, que es la de PLaNEA-Unicef --una experiencia desarrollada en colaboración entre Unicef Argentina con los ministerios de Tucumán y Córdoba-- que se inició en 2018 para la transformación de la escuela secundaria.

--¿Qué cambios se han dado allí al momento?

--En esa iniciativa se trabaja a través de proyectos, en algunos casos se integran distintas disciplinas del currículum y se propone a los estudiantes aprender en base a problemas contemporáneos. Estos proyectos se elaboraron a partir de los contenidos que están presentes en los diseños curriculares. Se trabaja con una modalidad alternativa de evaluación, con mayor énfasis en la evaluación de proceso. Uno de los problemas de la escuela secundaria es que se evalúa por materia de manera aislada, lo que impide tener una mirada integral sobre los aprendizajes de cada alumno. Esto es abordado en esta propuesta a través del funcionamiento de un consejo de evaluación interdocente para recuperar la visión global sobre los desempeños de los estudiantes. En PLaNEA se trabaja con redes, en particular con redes de directivos, que involucran a todos los responsables: desde las direcciones de Educación Secundaria de las provincias, pasando por profesores, directores y asesores pedagógicos. También se ha trabajado mediante redes de profesores para desarrollar instancias de capacitación vinculadas a los proyectos.

--¿Cómo empieza el proceso de educar en red?

--Las vías pueden ser múltiples. Cuando sale como iniciativa de la política pública son los ministerios, las gestiones educativas de gobierno, que arman la estructura de redes. Pero las escuelas también pueden hacerlo. Y de hecho hay iniciativas de escuelas que se conectan. En algunos casos también hay vinculaciones más espontáneas. Frente a la necesidad de resolver algún tipo de problemática se pueden generar ámbitos de encuentro, por ejemplo, hay directores que buscan estrategias de trabajo colectivo ante las situaciones de violencia en las escuelas o para abordar la cuestión de los conflictos entre pares que pasan las fronteras de la escuela y se amplifican en las redes sociales. Hay muchas situaciones que son nuevas, generan desconcierto y demandan activar saberes compartidos.

--¿Qué opinión le merece la frase “la educación no es lo que era”?

--Es una frase cargada de mucha nostalgia. La educación que tuvimos tenía sentido en esa sociedad en que vivíamos. Aquel fue un modelo educativo creado para formar a la ciudadanía en un país que había recibió una gran masa inmigratoria, que generó un patrón igualitario, sobre todo en el nivel primario a través de lo que fue la alfabetización masiva y la creación de la nación a través del sistema educativo, con toda la contribución que hizo el sistema educativo para la formación del Estado-Nación y al mismo tiempo el Estado-Nación promoviendo el desarrollo de un sistema educativo como el que tuvimos. A su vez, fue un sistema muy selectivo para determinados sectores sociales, porque quienes hacemos las loas de la educación que supimos tener somos quienes nos beneficiamos del sistema educativo porque llegamos hasta los niveles más altos de la educación, pero se deja de lado que una gran masa de la población quedaba excluida de ese sistema. Esa idea de que la educación de antes era mejor se basa en un modelo social que tuvo su sentido en su momento y que incluyó y también generó muchas exclusiones.

--¿Cuáles son los desafíos de la escuela y la educación hoy?

--El tiempo presente está requiriendo una formación diferente porque los cambios tecnológicos revolucionan las formas de intercambio, de acceso al conocimiento, la producción del saber, las subjetividades, los vínculos. No podemos seguir pensando que el modelo de la escuela que se funda a inicios del siglo XX tenga efectividad en este momento. Hay saberes que siguen teniendo relevancia, por supuesto, el aprendizaje de la lectura, de la escritura, la escuela como el espacio de la convivencia, pero también hay transformaciones que son importantes incluir. No podemos seguir formando a las nuevas generaciones para un mundo que ya no es. Entonces la pregunta más profunda es para qué sociedad formamos, para qué tiempo, para qué mundo y ahí pensar cuál es la escuela que hace falta construir.

--¿Qué características debe tener esa escuela que hace falta construir?

--Tiene que ser una escuela que enseñe a convivir y que fomente la vida democrática. Algo que siempre se sostuvo, pero que hoy adquiere un peso fundamental. Además, la escuela de este tiempo debe brindar bases sólidas para la construcción de todos los saberes: la alfabetización en lectura y escritura, el conocimiento matemático y el vínculo con los fundamentos de las ciencias naturales y sociales. A partir de estos pilares irrenunciables, es necesario formar la capacidad de apropiarse de los propios procesos de aprendizaje. No sabemos cuáles serán los saberes del futuro, pero sí estamos seguros de que las nuevas generaciones necesitarán contar con la flexibilidad para seguir aprendiendo. Despertar la curiosidad y la pasión por conocer es, en ese sentido, fundamental. Por último, es clave acompañar el proceso de alfabetización audiovisual y tecnológica, tanto en el desarrollo de habilidades digitales como en la comprensión de sus dimensiones éticas y políticas. Esto es lo básico, que representa un desafío mucho más complejo que aquel modelo de la vieja “buena escuela” que algunos evocan con aspiraciones de restauración.
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