Rubén Cartier, medio siglo del olvido a la Memoria
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Rubén Cartier, medio siglo del olvido a la Memoria
 
Ver imagen Fue baleado por un grupo parapolicial el 14 de julio de 1975 en Sarandí, mientras viajaba a participar de un encuentro político con dirigentes y gobernadores peronistas, entre ellos Carlos Menem. El crimen nunca fue siquiera investigado y la figura del militante y docente permaneció ignorada durante años.

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Fecha:14/07/2025 8:39:00 
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Por Guillermo Agustín Clarke *

La ola polar era el segundo de los temas que ocupaba a los medios gráficos argentinos durante el infausto julio de 1975 el primero era el Rodrigazo y sus efectos, a un mes de ese temprano pero definitivo golpe a la economía argentina de matriz diversificada. La gripe de los funcionarios y de la propia Presidenta impedía reuniones y definiciones, vinculándose así los temas de la crisis total y el frío despiadado en las noticias.

Una de las víctimas del fenómeno climático e histórico fue Juan Carlos Villarreal, quien ese 14 de julio glacial salió a las nueve menos cuarto de la noche de la escuela primaria nocturna “Dr. Ricardo Gutiérrez”, en la Av. Mitre al 2900, y comenzó a caminar endurecido y empujado por el frío, buscando la parada del 17. Miraba fijo para adelante sin ladear la cabeza, para que no le entre chiflete por el cuello, pero poco antes del cruce de Mitre con Supisiche ralentizó la marcha, junto con los autos que obedecieron al semáforo en rojo. Cuando escuchó la seguidilla de estruendos, supo que eran tiros.


Alcanzó a ver la camioneta Chevrolet con cúpula, flamante, de color crema y colorado, que cruzaba en rojo y se perdía en la noche. No lo pensó mucho y corrió hacia el auto largo con los vidrios destrozados. El que manejaba gritaba ¡ayuda! parado al lado del auto. Por lo huecos de lo que habían sido las ventanillas, Villarreal pudo divisar a otros tres hombres que, a diferencia del que había bajado del auto, habían sido alcanzados por los disparos y estaban muy heridos.

Era un auto importante, un Dodge Polara verde aceituna con asientos de cuero. Juan Carlos se deslizó por el lado del chofer para ingresar en la cabina en la que crujían los vidrios rotos. Olía a sangre y la climatización puesta al máximo cedía ante el viento del sudeste que pasaba por lo que había sido la luneta y el parabrisas. Inmediatamente subió también el chofer y Juan Carlos quedó en el medio. Del lado del acompañante iba el único de los heridos que estaba consiente.

-Seguí para el lado de Avellaneda, vamos al Finochietto, yo te voy indicando- dijo Villarreal. El conductor iba en shock pero manejaba con destreza entre calles oscuras. Sólo habló para informarle: el que va atrás mío, el que está peor, es el intendente de La Plata.

Rubén Alberto Cartier, el intendente de la ciudad de La Plata, llegó al hospital ya sin vida. Manuel Luján Balverde, quien viajaba como acompañante en al asiento delantero del Dodge, fue trasladado esa misma noche con el cráneo destrozado al Hospital Italiano de La Plata, donde murió a las pocas horas. Balverde era el director de Tránsito del municipio platense.

Los otros pasajeros a los que Villarreal guió esa noche por las calles de Sarandí eran Alfredo Florentino Otero, secretario privado del Intendente Rubén Cartier, y Eduardo Villalón, el chofer. Otero iba en el asiento trasero, pero del lado derecho, y fue herido sólo en una mano. Al igual que Villalón, quien no recibió ni un solo disparo, pudo tirarse al piso del automóvil.

Festejos e ilusión
Cartier había sido el candidato a intendente de La Plata por el FreJuLi en las elecciones del 11 de marzo de 1973. Su nombre representaba a los peronistas históricos de la rama política del partido, leales a Perón durante los años de la proscripción, pero sin los recursos organizativos y económicos de los sectores sindicales que disputaban lugares de representación con la Juventud Peronista y Montoneros, que ostentaban altos niveles de movilización y lugares ganados y reconocidos por el propio Perón.

Como candidato a intendente de La Plata, Cartier no desempataba entre las fuerzas de la tendencia y las del sindicalismo, aunque en el resto de los cargos legislativos, nacionales, provinciales y comunales, la lista logró contener a todas las corrientes del peronismo y a la de los partidos que conformaban el frente. Esta tarea exitosa en la sección capital, que se correspondía exactamente con el partido de La Plata, resultó mucho más conflictiva en otros partidos de la provincia, impidiendo que en una veintena de ellos no pudiera presentarse la lista del FreJuLi.

El 11 de marzo de 1973 la boleta que encabezaban Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, candidatos a presidente y vice de la Nación, el platense José Carmelo Amerise como primer diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain y Victorio Calabró a la gobernación y vice gobernación de la provincia de Buenos Aires y Rubén Alberto Cartier como candidato a intendente de La Plata, triunfó por poco más de 99.000 votos, casi cuarenta mil más que la sefunda fuerza, la UCR, que alcanzó 61.000 sufragios.

Los setenta y cinco días desde el triunfo hasta la asunción fueron una fiesta de militancia, festejos e ilusión. Cartier asumió la intendencia municipal el 25 de mayo de 1973, exponiendo en su mensaje inaugural un plan de gobierno basado en la articulación de las unidades barriales y la reparación histórica de los sectores más vulnerables en el marco de la construcción del Socialismo Nacional, el alineamiento con los poderes nacional y provincial y la conducción indiscutible del general Perón.

Años intensos
Poco más de dos años pasaron de ese multitudinario acto de asunción en el palacio municipal de la calle 12, cuando el 15 de julio de 1975 los restos de Rubén Cartier fueron velados en el Salón Dorado junto a los de su compañero y director de Tránsito, Manuel Balverde. Esos años pasaron con una intensidad reservada a pocos momentos de la historia de un país. Perón había retornado, Cámpora y Solano Lima habían renunciado a la presidencia y vicepresidencia de la Nación, en nuevas elecciones en el mismo año 1973 Perón había sido elegido Presidente por tercera vez y era acompañado en su fórmula por su esposa, María Estela Martínez.

Apenas comenzado el año 1974, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, fue obligado a renunciar y en su lugar asumió su vice, Victorio Calabró, quien había conspirado abiertamente contra el gobernador. El 1 de julio de ese mismo año murió Juan Domingo Perón y la presidencia fue ocupada por Isabel.

De la lista del 11 de marzo de 1973 en la capital de la provincia de Buenos Aires, solamente Rubén Cartier había quedado en su cargo antes de que se cumpliera un año del triunfo. Luego de la muerte de Perón el vértigo se convirtió en descomposición, pero aun así Cartier continuó al mando de la ciudad de La Plata, manteniendo un equilibrio difícil, en un escenario en el que la muerte a balazos, a veces con mensajes explícitos y otras dejando solo confusión, se volvía cotidiana y caía sobre dirigentes y militantes de organizaciones revolucionarias y sobre peronistas de todos los pelajes.

El terror
De los enfrentamientos que tuvieron su ruptura oficial en Ezeiza entre los sectores que comandaba el ministro López Rega con Montoneros en junio de 1973, pocos actores quedaban en juego en julio de 1975, cuando fue asesinado Cartier. El mismo López Rega había dejado el país días antes y Montoneros, en la clandestinidad, sufría la legislación antisubversiva y la represión ilegal de las bandas paraestatales. En La Plata, sin embargo, el gobernador Calabró avizoraba buenos tiempos para su carrera al poder.

El desastre producido por el Rodrigazo había liquidado lo que quedaba del gobierno de Isabel y el gobernador bonaerense, apoyado en un sector de la UOM contrario a Lorenzo Miguel, en la policía de la provincia de Buenos Aires y en la Concentración Nacional Universitaria -organización terrorista de ultraderecha auto percibida peronista- se presentaba como una prenda de unidad entre esos sectores y aquellos que venían elucubrando el golpe de militar.

Frente a esto, un sector del peronismo decidió rodear a Isabel y sostener el gobierno hasta 1977, contradiciendo el público pronóstico del gobernador Calabró. En este nuevo alineamiento que dio en llamarse verticalismo confluyeron Lorenzo Miguel y algunos gobernadores del NOA liderados por Carlos Saúl Menem. Justamente con el gobernador riojano se iba a reunir Rubén Cartier la noche del 14 de julio de 1975. El peronismo de la provincia de Buenos Aires no alineado con Calabró iba a estar representado en el Intendente de La Plata, incluso aportando recursos para la organización de un frente “verticalista” que acompañara al gobierno nacional hasta el fin del período constitucional, amenazado directamente por el gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Cartier no llegó nunca a esa reunión y su asesinato quedó absolutamente impune por la complicidad policial y judicial anterior y posterior al 24 de marzo de 1976.

Cartier y después
Rubén Cartier dejaba tras de sí un país que se encaminaba a tiempos aún peores, una viuda joven, la doctora Norys Landa, que fue cesanteada del poder judicial de la provincia de Buenos Aires, dos hijos mayores de su primer matrimonio, Rubén y Cristina, y una beba de un año, María Eva Claudia.

El profesor Cartier, como se lo conocía en La Plata, o el Chino, como le decían sus más allegados, fue enterrado junto a su compañero Manuel Balverde en el Cementerio de La Plata. Durante cincuenta años nunca más se habló de él. Solamente en una nota reveladora escrita por Eduardo Anguita y Daniel Cecchini en 2018, que vinculaba el caso a su vasta investigación sobre la CNU platense. Aún después de la publicación de esa nota los platenses, incluidos aquellos que pasan por mucho los cincuenta años, dicen no recordar el asesinato de un intendente en ejercicio de sus funciones. Jamás la Universidad de La Plata en la que se graduó, ni la municipalidad que gobernó, ni el Partido Justicialista en el que siempre militó lo homenajearon ni recordaron.

Los motivos del olvido son complejos y explicativos tanto de nuestro pasado como de nuestro presente. Por alguno de esos motivos entre los que el número redondo del cincuentenario del asesinato tiene su peso, este año las cosas son distintas. Se anuncian investigaciones académicas, homenajes legislativos, del municipio (el lunes a las 12 horas, en el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata) y este lunes a las 18 horas, un acto en su memoria en la sede del Partido Justicialista de La Plata (en calle 54, entre 7 y 8). Se enciende una llama de la memora que estaba apagada y con ella un debate adulto sobre el pasado, que indefectiblemente lo es sobre el futuro.

* Investigador del Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”. Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación UNLP.
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