Asamblea inquilina en la Ciudad de Buenos Aires. Una señora de 75 años cuenta que no sabe qué hacer. Sin la Ley de Alquileres, el precio que pagaba por su vivienda se elevó muy por encima de la inflación y no quiere dejar el barrio donde vive hace muchos años, tiene su arraigo territorial, amistades, lazos solidarios que la sostuvieron en la pandemia, negocios conocidos que la ayudan cuando no le alcanza la plata. Se enfrenta al abismo de volver a empezar, a su edad, en una zona ajena. A pesar del acompañamiento de Inquilinos Agrupados (IA), meses después debió dejar su casa. Nada pudo hacerse.
Esta es sólo una de las cientos de historias inquilinas que pueden contarse en las ciudades de nuestro país. Detrás del drama hay angustias, historias y palabras que necesitan ser oídas. Por eso, desde IA junto a otras organizaciones y medios como Tiempo y Crisis, lanzaron el 2° Concurso Nacional de Literatura Inquilina que recibirá relatos sobre esta temática, tanto de ficción como de no ficción, hasta el 15 de julio.
La identidad inquilina
“Hay una potencia en ver que mucha gente está en la misma, que no es un problema del individuo como nos quieren hacer creer. Hace falta visibilizar esos problemas comunes, generar un sentido de identidad”, dice Santiago Adano, músico, activador cultural e integrante de IA. Cuenta que el concurso apunta a generar un debate político y cultural en torno a la cuestión de la vivienda y a considerar que el sector inquilino se encuentra poco representado en todos los ámbitos: “es interesante incorporar la cultura al debate político y colaborar en que se genere una subjetividad más fuerte en torno a la identidad inquilina”.
La consecuencia más concreta de la derogación de la normativa de alquileres fue la suba incontrolada de precios, por encima de la inflación. “Decían que la ley era mala para inquilinos y propietarios, que las regulaciones no eran necesarias y que el mercado solo se iba a mantener. Que era un tema de oferta y demanda. Pero los precios dieron un salto demencial y no se acomodó después de una forma tal en la que ahora podamos pagar. El mercado no se reguló solo –agrega–. Se nos está yendo un porcentaje absurdo de nuestros salarios en esto. Hay mucha gente joven que ni siquiera puede irse de la casa de sus padres, tener su independencia. Vemos que hay más viviendas compartidas porque vivir solo es impagable”.
La “libertad” de contratación en los alquileres llevó a que las familias inquilinas tengan que aceptar condiciones absurdas o que se les dificulte encontrar una vivienda ante la gran cantidad de restricciones que imponen los dueños: “muchos propietarios piden inquilinos sin niños ni mascotas, nada más ridículo que esto. Que haya una familia buscando una casa y le cueste conseguir por este motivo. Es algo a lo que no nos podemos acostumbrar”. Otra cuestión que imponen cada vez más dueños: que quien alquila asuma por completo los gastos de arreglos del inmueble, incluso los que son estructurales, cuando la legislación derogada era clara en demarcar qué le correspondía a cada parte.
Literatura y batalla cultural
Un concurso literario, si se quiere, puede ser una forma de responder a la autoproclamada «batalla cultural libertaria». Adano asegura que la cultura tiene otras posibilidades de generar debates y de llegar a lugares a los que no se llega con la intervención directa en la vida política. “La creatividad al servicio de la política es algo muy interesante, la escritura y el arte muchas veces se anticipan a su tiempo. Por eso, habilitar una discusión cultural con la creatividad de por medio colabora a generar nuevas ideas, estrategias, fantasías, otras formas de abrir camino”, apunta. Remarca que parte de la batalla cultural contra la Ley de Alquileres fue emprendida por grandes medios de comunicación que colaboraron a la confusión sobre lo que implicaba la normativa: “si bien no solucionaba todos los problemas de vivienda que teníamos por lo menos hacía que el precio de los alquileres no subiera por encima de la inflación”.
Según cuenta Gervasio Muñoz, de IA, desde la derogación de la Ley, los alquileres casi que se quintuplicaron, acumulando un 390% de aumento, «mientras que durante la regulación se ubicaron 100 puntos por debajo de la inflación».
Un llamado abierto
Los relatos breves sobre la temática inquilina podrán enviarse hasta el 15 de julio. Los jurados serán Paula Maffía, Juan Sklar y Juan Solá, con premios que llegarán hasta los $ 100.000. “Les decimos a los que tengan ganas de participar que se lancen, para nosotros la creatividad es una potencia vital, popular y no es algo que está reservado para escritores y escritoras –concluye Adano–. La idea es que la gente que tiene historias para contar o que imagina posibilidades de mundos distintos, se animen. Queremos leer historias de todos y de todas”. |